Comparado con la guerra de Ucrania, el conflicto armado en Colombia es un juego para Rafael Sánchez Giraldo, quien, por los azares del destino, terminó en una lucha que no le pertenecía. A sus 45 años, Rafael realizó labores militares durante 16 años con el Ejército colombiano, fue conductor particular, trabajó como mensajero en un taller mecánico y estuvo tres veces en la guerra entre Ucrania y Rusia, desde su inicio el 24 de febrero del 2022.
Su porte y carácter militar se camuflan entre el tumulto de personas que circulan por el Juan Valdez del Centro Comercial Fundadores, un domingo por la tarde. Tiene una camisa blanca de Arturo Calle, adornada de franjas azules y botones color crema. Su corte de cabello es bajo y luce barba negra tornada por el blanco, la cual cubre barbilla y parte de su cara. Sin embargo, lo que más sorprende de este hombre son sus ojos, de iris marrón oscuro, que, aunque no sobresalten a más de uno, brillan de emoción y nostalgia al hablar de algo como la guerra.
Con un granizado de café en la mano, Rafael cuenta cómo fue entrar a Ucrania. Pasó por pueblos y ciudades como Leópolis o Kiev para llegar a su destino, una ciudad situada en el este del país llamada Sloviansk, lugar en el que se uniría a su batallón, conocido como la Legión Internacional. Allí, antes de cumplir 15 días como integrante del ejército de Ucrania, vio morir a su primer amigo y compatriota en una guerra contra una potencia como Rusia. Con el primer muerto, más de uno de los colombianos decidió irse.
El Ejército de Ucrania contrata mercenarios colombianos – Euronews
https://es.euronews.com/2024/02/08/el-ejercito-de-ucrania-contrata-mercenarios-colombianos
Página: ¿Cómo se dio cuenta de la posibilidad de pelear en Ucrania?
R: Yo no iba para Ucrania. Estaba en una convocatoria para trabajar en Polonia vinculado con una empresa para recoger flores y hortalizas, soldar y trabajar con baldosas. Cuando llegamos a Polonia, nos dejaron tirados. Nunca nos contestaron, después de cinco días, llegaron otros colombianos al hotel y nos dijeron que iban a Ucrania. Al otro día viajamos a ese país.
Página: ¿Qué sintió al ir a Polonia a trabajar y, de un momento a otro, terminar en la guerra?
R: Sí es algo ilógico, pero vimos la oportunidad y dijimos: ´Si nos quedamos en este país, no tenemos dinero para devolvernos a Colombia. Nos están brindando un trabajo muy bien pagado. Es algo para pensar. Es una guerra. Eso es complicado´.
R: Cualquiera no aguanta. En Colombia, en los 16 años que estuve, no vi ni la primera parte de lo que se vive en Ucrania. Lo que se vive acá es un juego, ¿pero allá? Como dice el dicho, allá se ve llorar a los hombres. Más de uno lloraba. Yo los veía.
Página: ¿Por qué se quedó allá?
R: Uno va a pelear una guerra que no es de uno por dinero. No voy a ir a que me maten sin un beneficio económico. Obvio también la peleé porque me gusta, he tenido muchos inconvenientes por eso. A uno le dicen: ´Usted es exmilitar´. No, uno es militar toda la vida, yo voy a ser militar hasta que me muera.
“Cada guerra es una destrucción del espíritu humano” dice Henry Miller, escritor estadounidense. Para Rafael, la guerra es un constante recuerdo que le produce adrenalina y lo transforma todo en amor, aunque suene contradictorio. Cuando habla de esto, sus ojos se hacen más pequeños y resplandecen. También recuerda que, al volver por tercera vez de Ucrania, llegó hasta el aeropuerto de Pereira con un uniforme en el que, en ambos brazos, hay una bandera azul y amarilla.
Dicen que los hombres solo llegan a tener dos amores verdaderos en la vida, y así pasa con Rafael: ama a su mujer, María Salazar, y a la guerra. No obstante, debido a su pareja, Rafael decidió dejar su fusil Galil, fabricado en Israel, que lo acompañó en su travesía por Europa.
Su idea es tener una vida tranquila junto a María, para evitarle el estrés de no saber nada de él mientras peleaba en el frente. Por eso, él no ha vuelto a Ucrania desde diciembre del año pasado y en sus planes no está hacerlo. Sin embargo, ella asegura que solo siente orgullo por la pasión y el amor que profesa Rafael por su trabajo como soldado.
Página: ¿No cree que todo lo que ha visto y enfrentado le puede traer repercusiones psicológicas a futuro?
R: ¿A mí? Para nada, lo único que me quedó afectado fue el oído derecho por las explosiones de la pólvora. A otros de mis compañeros sí les afectó, pero a mí, no.
La respuesta a su situación mental abre muchas preguntas, pero el psicólogo José Fernando Vélez Trejos no cree que Rafael presente trastornos psicológicos. Por el contrario, opina que se trata únicamente de algo que denomina vocación y amor por lo que hace. Sin embargo, la psicóloga Martha Lucía Londoño Álvarez cree que se puede tratar del síndrome del salvador, donde las personas están obsesionadas por ayudar y rescatar a otras.
Página: El 24 de febrero se cumplieron dos años del inicio de este conflicto. ¿Qué opina de esta guerra?
R: No estoy de acuerdo. No me gusta lo que hace Rusia. Es como que usted trabaje toda su vida por comprar una casa y llegue alguien más a quitársela. Es absurdo.
Mientras dice esto, Rafael usa el envoltorio del pitillo, con el que se ha ido tomando lentamente su bebida fría, para realizar su explicación de la guerra entre Ucrania y Rusia. Enseña cómo se escondían en las trincheras, dónde dormía mientras eran bombardeados y cuenta porqué enterraban a sus muertos e, incluso, a los que no eran suyos. Sus dedos anchos, los cuales han estado toda una vida entre gatillos, ahora suelen tocar el volante de un auto, los aceleradores de su moto y las manos de su mujer. Claro, añora la adrenalina que le traía la guerra, pero también extrañaba la comodidad de su hogar.
12.000 mercenarios extranjeros pelearon por Ucrania entre el 24 de febrero de 2022 y el 10 de julio del 2023, según el Gobierno ruso. No se conoce la cifra exacta de colombianos que viajaron, ni cuántos murieron allí, medios como Euronews, RTVE y SWI estiman en centenares de historias similares a la de Rafael, quien cada noche, al regresar a su hogar, agradece junto a María no haber muerto en Europa.
(RECUADRO)
Un estudio de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes en 2017 titulado Las consecuencias de la guerra en las emociones y la salud mental. Una historia de la psicopatología y medicalización en los frentes bélicos de Occidente (1914-1975) asegura: “Durante los conflictos bélicos del siglo XX, la presencia de la muerte provocó entre los soldados una serie de emociones incontroladas como el miedo. El azar o las malas decisiones condujeron al deceso o, en el mejor de los casos, provocaron heridas físicas y mentales”.
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