Texto por Ana Bolena Meléndez T
*Escritora y terapeuta de sexualidad
El documental que ganó el premio Oscar en la categoría de mejor corto, en la ceremonia de 2019, me abrió los ojos a una realidad que desconocía por completo. Desde entonces no los he vuelto a cerrar. El privilegio me tuvo ausente de una de las carencias más calladas de nuestra sociedad, y que a mis casi 40 años jamás había considerado como un problema: la pobreza menstrual.
La pobreza menstrual es la incapacidad de gestionar dignamente el sangrado mensual; desde la insuficiencia económica hasta la falta de educación en torno a un tema con la capacidad de hacer estragos sociales graves.
La mayoría de las mujeres en Colombia tienen que destinar un presupuesto mensual por un ciclo vital que debería ser 100 por ciento cubierto por el sistema de salud pública. Muchas de ellas toman la decisión de no comprar toallas o tampones para darle prioridad al pan y la leche.
La rebaja del impuesto sobre los productos menstruales ayuda, pero solo a las que tenemos privilegio, para las demás (que son la mayoría) no significa mayor cosa. Celebramos pequeños pasos y está bien, pero necesitamos que crezcan, esto al ver la enorme dimensión de la realidad.
Una persona menstruante gasta entre $5.000 y $8.000 pesos por paquete de 10 a 12 toallas. Si tenemos en cuenta que lo más higiénico es cambiar la toalla cada dos horas, estamos hablando de siete toallas en el día, aproximadamente, a veces más.Un paquete de toallas no es suficiente para un periodo menstrual. Haciendo el cálculo de solo dos paquetes, y me estoy viendo conservadora, estamos hablando de $130.000 hasta $200.000 pesos en un año de sangrados, que son alrededor de 13.
Si tomamos en cuenta que una familia puede tener un promedio de dos personas menstruantes, podemos ver el conflicto al que se puede enfrentar. ¿Toallas higiénicas o comida? ¿Tampones o ropa para los niños? Y uno que todavía es peor y hasta de no creer: ¿ir a trabajar y correr el riesgo de mancharme? o… quedarme en la casa y conseguirme una excusa médica.
El salario mínimo en Colombia es de $1.160.000 pesos. ¿Es justo para las personas menstruantes tener que destinar un gasto dentro de los múltiples que hay al mes para gestionar su menstruación? ¿Será que debemos seguir el ejemplo de Escocia, que en el año 2022 se convirtió en el primer país delmundo en legislar a favor de la gratuidad de los productos para gestionar la menstruación?
Consideremos el factor emocional de la regla, la incomodidad y el dolor. Ahora imaginemos una sin protección, teniendo que usar trapos o periódicos o cualquier improvisación que simule una toalla higiénica para mancharse lo menos posible, para no pasar pena, pero, en el caso de muchas, para que no las echen del trabajo o no sean víctimas de discriminación o violencia.Quienes respiramos el oxígeno del privilegio no dimensionamos lo que esto implica en el desarrollo de una persona. La brecha que se crea cuando una menstruante no tiene los recursos para gestionarse es grande y nos afecta a todas como parte de la sociedad.