Stand – up de Comedia: Las risas detrás de las tragedias

Página
Por
11 Min de lectura

Texto y foto por: Sebastián Cardona

En la Zona G de Manizales, un lugar lleno de bares y restaurantes prestigiosos. Mientras se camina por sus amplios andenes hechos de adoquines y decorados con grandes árboles. Se puede ver un tablero café con un escrito en tiza. “Hoy show de Stand-up Comedy”. Al ingresar a este lugar, para disfrutar de una noche llena de risas, se suben cinco escaleras. Que dan paso a lo más profundo de un espacio tan escondido que desde el andén no se puede percibir lo grande que es. Poco a poco, el lugar se llena de más personas expectantes por ver y escuchar lo que el comediante va a decir.

Entre las mesas, que se esconden en la luz tenue, se siente la respiración de 120 asistentes. Que ejercen presión sobre los comediantes. La presión se hace real y se rompe cuando el presentador de la noche se para bajo la luz fija del escenario y grita fuertemente “¡buenas noches, Manizales!”.

El primer comediante en subir comienza a hablar de su vida, de situaciones muy personales y sobre el suicidio:

“Intentar suicidarme ha sido de las cosas más bonitas que me han pasado. Cuando salí de la clínica, toda mi familia estaba reunida y me habían comprado ropa nueva, una cama, me habían pintado la habitación. Yo pensé… otro intento más y me dan un play 5”

Jhonny Ruiz, conocido como El Máster. Es un comediante manizaleño parco y tímido, con una espesa barba y poco pelo capilar. Se viste con camiseta y camisa al tiempo, muy al estilo de los 90. Su postura corporal es similar a la de una mantis religiosa. Que, junto con sus movimientos lentos, pero marcados, y su voz pasiva en el escenario, hace pensar a cualquiera que es imposible que una persona así sea comediante.

Según él, le gusta hablar con la gente y se define como “una persona muy tranquila y muy calmada, demasiado para su gusto”. Prefiere evitar los conflictos y cree que, si en la vida “no hay conflictos, todo se conflictúa”. La gente lo ve siempre como el comediante y pretenden que Jhonny sea el mismo que ven en un escenario, pero no es así. Su historia de vida incluye dos intentos de suicidio. Pero, ¿cómo es posible que un comediante quiera morir si se ve tan feliz?

La comedia le permite desahogarse y, de acuerdo a su experiencia, expresar su dolor es una necesidad.

La primera vez que contó su rutina sintió miedo y es natural que al abrirse ante desconocidos pudiera sentirlo. Porque a Jhonny Ruiz, como persona, le dolió esto, no físicamente, sino la sensación de aflicción mental, espiritual y moral. Después de que “uno lo intenta la primera vez, se pierde el miedo”. Y según su experiencia uno se da cuenta que la muerte es una salida, pero no la única salida, ni la más pronta.

La Universidad de Oxford realizó un estudio dirigido por el psiquiatra Gordon Claridge del Departamento de Psicología Experimental. En el que querían estudiar los elementos creativos necesarios para producir humor. Notaron que son similares a los que caracterizan el estilo cognitivo de las personas con esquizofrenia o trastorno bipolar. En este pudieron determinar que “aunque la psicosis esquizofrénica puede ser perjudicial para el humor, en su forma más leve, es capaz de aumentar la capacidad de las personas de asociar ideas raras o inusuales, mientras que el pensamiento maníaco que es común en personas con trastorno bipolar puede ayudar a estos individuos a buscar conexiones originales o chistosas”.

Luego de la rutina, el público se rió y disfrutó de una historia que, en cualquier otro momento o espacio, podría ser difícil de escuchar, comentar y, mucho más difícil, disfrutar. Jhonny se despide y, en medio de aplausos ensordecedores,

agradece por la atención prestada. Otros dos comediantes lo reciben con una “chocada” de manos y un abrazo.

Un escenario vacío es el momento en que el comediante se encuentra consigo mismo, piensa qué y cómo decirlo. Es importante confrontarse y prepararse para enfrentar a un público, a la gente.

Caminando entre el público se dirige al escenario el segundo comediante. La gente se emociona más y empieza un grito retumbante que hace estremecer a cualquier persona que no esté acostumbrado al reconocimiento como el segundo artista: Ibrahim Salem.

“Me fui para México con mi prometida. Ambos abandonamos la carrera de comunicadores y ella me siguió a otro país para cumplir mi sueño de ser comediante internacional, pero mi adicción hizo que todo terminara… Cuando estaba internado ella me terminó, entonces me fugué, me tiré de un segundo piso, a mí me dan miedo las alturas y mido casi dos metros”.

Mientras cuenta su rutina aclara una y otra vez que Fernanda es “el amor de su vida” y la perdió. En medio del éxtasis del humor y las risas se escucha a Ibrahim decir “no se rían. Esto no es gracioso”. Continua con su show y por momentos la risa se detiene cuando trata de concientizar al público que debemos aprovechar los momentos lindos de la vida y de la familia,

por lo que, la gente le presta atención y luego lanza una premisa fuerte, tan fuerte que hace temblar su voz:

“Mi mamita murió. Va a cumplir un año de haber muerto. Sé que si hablo de esto muchos se van a molestar, pero si a mi mamá no le importa, menos a ustedes”.

Las personas que están mirando al comediante reaccionan con un suave pero insistente Huy seguido de unas risas fuertes. Pocas personas notan el dolor de ese chiste, lo que hay tras él. Se puede percibir que es algo que le duele, que no es fácil de superar y que este comediante enfrenta ese dolor contándole chistes a 120 desconocidos. Fácilmente se puede pensar que el público solo tiene como objetivo reír y quizá nadie se preocupa o piensa en qué puede sentir alguien con esta pérdida y cómo lo enfrenta.

Joel Sánchez, teórico del humor nacido en Cuba, reflexiona que, para que algo sea chistoso, debe haber un cruce de ideas entre dos premisas que son tan diferentes que causen humor y risa. El cerebro del público espera algo natural en la construcción del chiste y cuando se presenta este cruce de ideas, se engaña causando un choque de interés. Todo consiste en confundir al público. Cuando un comediante habla de temas tan personales ehirientes puede ser contraproducente para cualquier persona del común, pero para un comediante puede ser la única alternativa.

En las artes escénicas, específicamente, se habla de la catarsis griega. Este término, según el Departamento de Educación General de Cataluña, se refiere a la “purificación que se produce en el espectador de una obra de teatro cuando éste se identifica con los personajes y transita por las mismas emociones que están viviendo sobre la escena”. Esto se demuestra con las risas de público después de cada historia llena de tragedia.

La realidad del comediante es que tiene la responsabilidad de hacer reír por respeto a esos espectadores que pagaron una boleta y a quienes no les interesa el por qué o cómo lo hacen reír, por encima de la realidad que trae el comediante como una persona más del común y de su posible dolor por vivencias previas. El show debe continuar:

-Buenas noches, Manizales: —así inicia el último comediante de la noche.

“Mi mamá tenía cáncer cerebral, duró seis meses así. Le gustaba abonar y echarles agua a todas las plantas… artificiales de la casa. Sí, perdió la cordura”.

William Aguirre, conocido como Willy, es un comediante de Bolivia (corregimiento de Pensilvania, Caldas). Es un hombre maduro y se le nota. Usa un sombrero y camisa con chaleco, es más ochentero que los otros dos comediantes. Tiene acento paisa de las montañas mezclado con rolo. Desde muy joven migró de las montañas caldenses a la monstruosa Bogotá y también pasó momentos críticos en su vida como la muerte de su madre. “Si esto pasó en mi vida, es algo que me toca y me pertenece”, este es el argumento que da William a todas esas personas que, en algún momento, lo juzgaron por hacer reír con las situaciones por la que tuvo que pasar.

Después de una noche de risas impulsadas por tragedias personales de tres comediantes, la gente despide a los tres artistas en el escenario. Todos aplauden con efusividad y emoción, al parecer, agradeciendo una noche en la que, tanto a ellos como a los protagonistas de esta historia, la experiencia les sirvió para exorcizar los momentos difíciles. Las luces se apagan y, por ahora, el show termina.

Encuentre más historias aquí

Compartir este artículo
No hay comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *