Sí, para toda la vida

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Texto y fotos por: Sofía Cardona Ríos

Ella, está al frente de él. Ella, a la derecha y él, a la izquierda. Ramón Elías, con la mirada perdida, pero no por amor a Mariela, su esposa, sino por el alzhéimer trata de recordar su vida juntos. Mariela, ansiosa por hablar, le brillan los ojos, siempre está con una sonrisa amigable y la mirada refleja el amor y la compasión que le ha tenido a su esposo durante años.

Ramón Elías Cardona tiene alzhéimer en etapa avanzada, su cabeza es blanca como la nieve, tiene ojos azules, anda en- corvado como si cargara todos los años de vida en su espalda, habla poco y pausado mientras une las yemas de los dedos de ambas manos. No recuerda el año en que nació, ni cuántos tiene.

Por su parte, Mariela García de Cardona es una mujer habladora, de estatura baja, ojos pequeños y oscuros, se tiñe el cabello de color castaño claro para cubrir sus canas y no aparentar sus 90 años. Es inquieta, le gusta caminar, hacer los quehaceres de la casa y estar pendiente de su esposo. Se casó en la Catedral Basílica de Manizales con Ramón hace 76 años.

Página: ¿Cómo se conocieron?

Ramón: “Nosotros trabajábamos en una fábrica de gaseosa, ahí fue donde yo la conocía y le empecé a hablar para conocernos más”.

Página: ¿Fue un gusto mutuo?
Mariela: “Sí, desde la primera vez que lo vi me gustó, fue mi

primer y único novio”.
R: “Me gustó desde el primer día”.

Página: ¿Cómo fue la pedida de mano?

M: “Cuando llevábamos nueve meses de noviazgo mi papá le brincó y le dijo: ́Bueno joven, usted qué es lo que va a pensar con la muchacha, porque acá no va a mantener tomando chocolate todas las noches‘”.

R: “Yo siempre tuve muy claras las intenciones que tenía con ella y le dije que no se preocupara, que yo iba a responder. Nosotros nos fuimos conociendo, después le pregunté si se quería casar conmigo, para después pedirle permiso a los papás”.

M: “Yo le dije que sí, pero cuando él fue a pedirle permiso a mis papás, ellos le dijeron que yo no sabía hacer nada porque era la niña de la casa. Mi mamá le dijo que no se hacía responsable de nada, pero él respondió que eso no importaba, que él buscaba quien me enseñara”

R: “Madrugamos a las 5 de la mañana para la catedral a casarnos”

Página: ¿Cómo se vistieron para el matrimonio?

M: “Yo no usé vestido elegante, me vistieron con un vestido negro que tenía botones en el centro, una chaqueta y tacones. No llevaba nada en las manos como flores o algo así, tampoco algo en la cabeza”.

R: “Pantalón negro, una camisa y chaqueta”.

M: “No mijo, así no se fue usted, acuérdese que usted se puso un vestido gris como con rayitas café, como de un paño peludo y no más”.

Ramón la mira fijamente, luego pierde la vista en sus manos y se queda callado.

Primer hijo

El nacimiento de un hijo es un desafío, pero también es una gran alegría. Es una experiencia que une a los padres y crea un vínculo especial entre ellos. En este caso la inocencia le jugó una mala pasada a Mariela. La pareja Cardona ha tenido ocho hijos, de los cuales tres fallecieron, uno prematuramente, otro a los ocho meses de edad y el último nació muerto.

Página: ¿Cómo fue el parto del primer hijo?

M: “Vea, cuando yo me casé con Ramón no fui capaz de estar con él, me daba miedo, fui a hablar con un padre para confesarme porque yo pensaba que eso era pecado, pero el padre de una me dijo que no, como el Señor me lo había entregado a él en la iglesia debía aceptar y recibir todo de él. Al año de casados quedé embarazada de la primera niña y yo pensé que a uno le rajaban el estómago para sacar el bebé. Le pregunté a mi mamá si la partera traía el cuchillo y mi mamá me preguntó que para qué, si los bebés nacen por parto vaginal. Yo me asusté mucho. Era muy bobita e inocente”.

Desafíos

Ramón no habla, solo escucha lo que dice su esposa en la entrevista, como si tratara de recordar lo que Mariela cuenta. Mientras ella espera alguna reacción de él o un momento de lucidez, se queda callada y lo mira ansiosamente entrelazando los dedos de ambas manos.

Página: ¿Qué ha sido lo más duro que han vivido?

M: “Nosotros éramos muy pobres cuando nos casamos. Yo compraba cinco centavos de plátano para fritarlos en un cebo que se llama gordana, lo fritaba con chicharrón y lo revolvía con un agua, eso era lo que comíamos. Yo tenía que cocinar en un cuadrado, que tenía un coco de avena y por ahí pasaba un tubito, en ese tubito pasaba el petróleo para poder cocinar”.

Un chocolate crudo que terminó en cólicos, papas y carne dura en el sudado, algunas anécdotas que quedaron de la inexperiencia de Mariela. Ramón la mira y se ríe como si por un momento lo recordara, pero rápidamente sus ojos se centran, de nuevo, a sus manos.

Amor eterno

El Guinness World Records de la pareja viva más longeva lo tienen Eugene y Dolores Braun con 81 años y 57 días de casados. La pareja Cardona cumplió 76 años de matrimonio el 19 de noviembre.

Página: ¿Qué pasa cuando alguno de los dos no está en la casa?

Martha Cardona (hija): “Cuando mamá se enferma y hay que llevarla al hospital, él llora, no come, ni duerme; se la pasa en la ventana esperando que llegue”.

M: “Yo me pongo a llorar cuando mis hijas me cuentan, nosotros nunca nos hemos separado”.

Página: ¿Siguen durmiendo juntos?

M: “Sí, nosotros dormimos juntos, pero con cobija separada, porque nada de nada hace cinco años. Mis hijas me dicen que duerma en otra cama, pero yo no soy capaz, a mí me hace mucha falta sentirlo y que esté junto a mí”.

Página: ¿Se dan abrazos y caricias?
M: “Claro! él me soba la cara y me abraza mucho”.

Cuando cumplieron 75 años de casados, sus hijos les celebraron una ceremonia en la Catedral, de la cual tienen una foto en su álbum de recuerdos. Ramón la toma pero no recuerda nada, la sostiene en sus manos reparándola muy detalladamente y vuelve a ubicarla en su sitio. Por otro lado, Mariela dice:

“Ah! Eso fue el último matrimonio”.

El amor es una decisión. La decisión de elegirse mutuamente cada día sin importar los recuerdos olvidados. A lo largo de 76 años de matrimonio, han superado desafíos y han construido una relación sólida. Aunque lo vivido se olvide siempre queda una sensación, un llamado que dice que ese es el lugar seguro, que ahí está ese amor intacto.

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