Hablar de la menstruación todavía incómoda a muchos. Para Ana Bolena, fundadora y productora del documental Revolución Roja, el silencio no es una opción. Desde Manizales, este movimiento social se ha propuesto derribar tabúes y enfrentar una problemática que afecta a miles de niñas y mujeres en Colombia: la pobreza menstrual.
La iniciativa nació con una misión clara: erradicar la pobreza menstrual a través de educación, distribución de productos sostenibles y creación de espacios seguros para hablar del cuerpo y la dignidad femenina. El trabajo no se limita a entregar elementos básicos para la higiene. También busca sembrar una transformación cultural profunda, una revolución que nace desde el conocimiento y el respeto por el cuerpo.
En las comunidades vulnerables de Caldas, Revolución Roja llega con talleres educativos de salud menstrual y reproductiva. Allí niñas y jóvenes aprenden a comprender sus ciclos sin vergüenza ni miedo. Además, se entregan productos sostenibles como copas menstruales, toallas reutilizables y calzones absorbentes. Estas herramientas alivian la carga económica y, al mismo tiempo, promueven el cuidado del medio ambiente.
Lo más poderoso sucede en los círculos de diálogo. En esos espacios, mujeres y niñas comparten experiencias, sanan heridas y reconocen su cuerpo como un lugar de dignidad y poder. Ana Bolena afirma que “la menstruación no debería ser una causa de exclusión ni de silencio, sino un proceso natural que merece información, respeto y acceso digno”. Con esta convicción, el movimiento ha logrado abrir conversaciones que antes impensables en colegios, barrios y comunidades.
Revolución Roja avanza con la producción de un documental que busca visibilizar esta realidad. La narración se construirá con testimonios de mujeres que enfrentan la pobreza menstrual, educadoras que transforman comunidades y embajadoras que acompañan la causa. También aparecerán figuras públicas que han decidido unirse al llamado de dignidad y justicia menstrual.
El documental será una ventana para mostrar cómo una problemática silenciosa puede convertirse en una bandera de cambio colectivo. Ana Bolena y su equipo saben que la revolución apenas comienza. Cada taller, cada producto entregado y cada historia contada son pasos firmes hacia un país donde menstruar no sea motivo de vergüenza, sino de orgullo y dignidad.
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