Punketiza Nativa de un estilo artístico

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Texto y fotos por: Valeria Serna Jiménez

Las mujeres han sido históricamente excluidas en diversos aspectos de la sociedad. En la que anteriormente no se les permitía tener voz ni voto, como tampoco ser parte de una mayoría en la industria musical. Un estudio realizado entre 2012 al 2021 por la Universidad del Sur de California (University of Southern California). Determinó que las mujeres representan únicamente 1/3 de los artistas activos en la industria. Con un porcentaje del 12.6% de compositoras y un 3% del total de productoras.

Alrededor de la época de los setenta, el papel que tenían las chicas dentro de esta escena era el de ser exclusivamente una groupi. Sin embargo, un estilo artístico específico obtuvo la atención de aquellas mujeres cansadas de ser encasilladas en papeles menores. En este género encontraron ese alivio para poder revelarse en contra del sistema y romper con los esquemas impuestos por una industria machista: el Punk.

El punk nació a mediados de los años setenta y se ha caracterizado por ser una escena que desafía las figuras del poder. También por la actitud independiente y contracultural de sus músicos. En sus inicios, esta música era más minimalista y algo descuidada, concentrando toda su ira en melodías agresivas de cortas duraciones, con el sonido del riff de las guitarras amplificadas con mucha distorsión, compases y tempos musicales rápidos.

El propósito de este género es crear ruido e incomodar a los acomodados.

Creció al mismo tiempo en Estados Unidos y en el Reino Unido, pero el movimiento musical comenzó en Estados Unidos con grupos como los New York Dolls y los Stooges. En Inglaterra, al mismo tiempo, bandas como Sex Pistols y The Clash tomaban fuerza en los garajes de las ciudades británicas.

Rugido femenino

Mujeres como Bikini Kill, Poly Styrene de X-Ray Spex, Goldie & The Ginger breads, Las Raincoats, PJ Harvey, Patti Smith, Suzi Quatro y Blondie abrieron paso a las chicas que querían subirse al escenario y que se reconocen por su importante presencia, escribían sus propias canciones y no seguían cánones de belleza ni temían gritar con la misma agresividad que los hombres. Gracias al furor de estas bandas femeninas, empezaron a tomar más fuerza al inicio de la década de los noventa.

Con la subida de las chicas a las tarimas, el punk no solo se convirtió en un símbolo de rebeldía, sino también un movimiento feminista como lo fue Riot Grrrl en Estados Unidos (1990) que nació con la energía comunitaria de las mujeres de Olympia y Washington DC. Las chicas realizaban fanzines donde compartían su inconformismo al ver que las bandas de punketas no tenían espacio en la escena que predominaban mayormente los hombres. Con este movimiento social, normalizaron la ira femenina, celebraban su sexualidad y fueron creciendo con los años.

En Latinoamérica, pero una década antes al Riot Grrrl, ya se había gestado en México con un colectivo feminista y punk conocido como Chavas Activas Punks (Chap’s). La Zapa, la cabeza de la banda de féminas mexicana Virginidad Sacudida, lideraba esta organización enfocada en la reflexión y acción política femenina dentro del género, que buscaba abrirse paso en una escena cada vez más misógina como también hacerle frente a una sociedad machista.

Maritza Urteaga CastroPozo, doctora en Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma Metropolitana (México), escribió para su investigación ‘Chavas activas punk: la virginidad sacudida’: ‘Las Chavas Activas Punks se definieron como un colectivo de puras mujeres. Su nueva actitud hirió la susceptibilidad de los chavos, que, al verse excluidos del grupo, empezaron a tildarlas de ‘antihombres’ y ‘marimachos’; manifestando su enojo al boicotear sus acciones (no comprando el fanzine, entrando de ‘a portazo” en las tocadas que ellas organizaban, etcétera)’.

Call me Punketa

El punk ha sido un escape y una vía de expresión al descontento de la cotidianidad. Así ha sido constantemente para Diana Calvo, vocalista de la banda mexicana Eléctrika, que, gracias al género, halló esa voz para poder cuestionar comportamientos y actitudes dentro de la sociedad.

A pesar de esa libertad de expresión, el machismo ha sido algo que les ha costado más trabajo dentro de la escena. Según Diana, esta escena ha sido un espacio donde se discuten continuamente las decisiones y acciones de las féminas punk, ya que muchas veces toman una postura de necesitar aprobación masculina para poder desarrollarse dentro de la industria.

Con su cabello negro, capul y rapados a los lados de la cabeza, canta con furia y pasión sobre su descontento con la sociedad, haciendo énfasis en la lucha feminista. “Recién cuando empecé a formar una banda, en ese momento era mayor la cultura de ver a la mujer como un objeto, como algo que debe de lucir bonito y agradable a la vista. Entonces, seguido me sentía parte como de ese tipo de personalidad y apariencia que no era aceptada como para estar frente de una banda”, expresó con descontento, Diana.

“Nos han mentido, vivimos sometidas/ Nos quieren ciegas, aplastadas de las ideas. / Vivimos sometidas, nos quieren ciegas/ Aplastadas de las ideas”.

Fragmento de Podrido de Eléctika.

Crecer musicalmente en una escena como el punk es difícil para las chicas por la misma cosificación del género femenino. A quienes, en ocasiones, no se les diferencia por quienes realmente son. Las llenan de apodos ofensivos, les gritan en mitad de los toques “mucha ropa” o hasta “esta es la novia de tal”. “Ni siquiera teníamos nombre” comentó Jessica Castaño Urdinola, frontwoman de la banda manizaleña Inopia. La voz disruptiva y característica de Jessica pone a todos a poguear con la misma ira que ella refleja. Al dejar un mensaje político con sentido social entre sus letras.

“Nos enemistaron desde la indiferencia/ Contra nuestros cuerpos se ejerce violencia/ somos violadas/ somos acosadas/ somos ultrajadas”.

Fragmento de Jodiendo Privilegios de Inopia.

Tejer la memoria punk y femenina

La escena punk ya está cambiando, a pesar de seguir siendo un espacio por el cual las chicas aún se tienen que disputar. “Es ver cada vez más chicas y diversidades de género en el escenario con bandas haciendo ruido. Me parece brutal, pero también podemos escribir sobre lo que hacemos, ¿eh? Grabar, poder tener y tejer una memoria sobre nuestra presencia en una escena tan compleja y hostil”, concluyó Jessica.

Con sus orejas de gato y su excéntrico maquillaje, Sarah Chaves canta “bienvenido a la ciudad de la bruma, el despachadero donde todo se esfuma”. Mientras la gente corea el verso. Después de sus canciones, recuerda brevemente que son una banda punk con chispitas. “Siempre hemos creído que al punk lo que le falta es ternura y brillitos. Todos somos seres humanos que expresamos el amor y la ternura de alguna manera, y con Bruma queremos resaltar eso. Es como mostrarnos inconformes”, enfatizó Sarah, vocalista de esta banda de manizaleña.

Es así como para muchas, el punk llega a ser un lugar de escape. Y su libre expresión de la rabia contra las violencias de género e injusticias sociales. Estas mujeres, como también muchas más, dejan su legado y nuevas oportunidades para generaciones venideras. Las punketas son importantes para tejer una nueva historia para este estilo artístico y movimiento social.

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