Texto y fotos por: Manuela Vera, Tatiana Camelo, Silvana Alvarán, Andrés Velasco, Julián Aristizábal.
En La Francia, Manizales, más precisamente en “La Alcaría”, una casa campestre con barandales rojos se ilumina con los rayos del sol, que empieza a descender. Tiene diversidad de flores, tres perros, un piano y decenas de pinturas. Ahí vive Oliva Manchola, una mujer de unos ochenta años, pequeñita de estatura, pero gigante en cordialidad, talento y carisma. Tiene hilos de plata que decoran su cabeza y hacen juego con su piel blanca y unas manos delicadas esculpidas por partituras e hilos. Conocida por muchos como la madre de la música en Manizales, disfruta de su tiempo luego de su jubilación. Cada día en su mundo es una mezcla de pasiones: la música, la costura, el arte… todo guiado desde su libertad y propio ritmo.
Un día en la vida de Oliva
Para Oliva, la rutina es algo que evita a toda costa. Al igual que madrugar, pues no cambia por nada despertarse a las 8:00 a.m. y disfrutar de un buen rato leyendo a su autora favorita: Isabel Allende, para así pararse de su cama a eso de las 10:00 a.m. cuando Lucía, la señora que la acompaña en casa ha llegado con el desayuno listo y la calidez del hogar comienza a llenarse de aromas tradicionales colombianos, gastronomía favorita de la maestra.
El mayor lujo de su pensión confiesa con alegría, es poder acostarse tarde cerca de la medianoche o incluso en la madrugada y levantarse sin ninguna prisa. Pues ya no hay que despertarse temprano como solía hacerlo cuando fue Decana de la Facultad de Música en la Universidad de Caldas. Esa etapa, aunque profundamente significativa, quedó atrás; ahora vive en su propio ritmo, sin relojes ni prisa.
“Yo no entiendo por qué hay gente que se pensiona y quiere seguir madrugando”, dice con esa gracia natural que la caracteriza. Fiel a su lema de vida “músico que se respeta, no madruga”, defiende con una sonrisa el encanto de las noches largas y las mañanas lentas. Ella recuerda que el verdadero trabajo del músico suele comenzar cuando el sol se esconde.
Además de la música, una de sus grandes pasiones es la modistería. Le encanta coser en su casa mientras divisa las pinturas de su difunto esposo Jesús Franco, pintor reconocido en la Región, quien disfrutaba verla en esta práctica.
- ¿Qué tipo de costura hace?
He hecho de todas las puntadas porque siempre me ha gustado, he hecho bordados y macramé. Hace tiempo que ya no le doy tanto a cosas tan pequeñitas como punto de cruz. Empezando que ya es como bobada ponerse uno a bordar algo que ya lo venden y bien lindo. La costura mía es de corte y costura. Y le hago la ropa a mi hija. Ahora hay unos tutoriales muy buenos que le enseñan a uno a hacer todo lo que no entendía antes, que me tocaba era como adivinar.
La culinaria es otra de las actividades que disfruta la ex directora de La Coral Brahms, especialmente conservando sus tradiciones tolimenses.
“Bueno, otra cosa que me gusta mucho es la culinaria, no frecuentemente, pero sí me gusta preparar platicos, y también conservar la tradición que aprendí de mamá. Como preparar tamal tolimense y los dulces de navidad, me recuerdan mucho la estadía en Ibagué.”
La música en su día a día
La música sigue siendo una parte esencial de su vida, aunque no de la forma que podríamos llegar a pensar. No tiene ningún instrumento en su casa además del piano, pues dice que no lo necesita, ya que la música corre por sus venas, eso sí, tampoco puede vivir sin escucharla.
- ¿Usted cree que aún la música sigue en su vida?, ¿Y de qué manera?
Yo no puedo vivir sin estar escuchando música, me gusta escuchar, especialmente la clásica, que fue la que yo más trajiné, y también baladas, boleros. Hasta música de planchar dependiendo de cómo me sienta. Y me recuerda mucho a mi esposo Chucho porque los dos compartíamos este amor por la música.
Oliva lleva 23 años pensionada y disfruta de la compañía de su familia, amigos, estudiantes y manizaleños amantes de la música. La gente la visita, cantan y la recuerdan en su juventud, de esta manera ella se encarga de continuar con su legado de música en Manizales, incluso en la actualidad.
Llegan las 7 de la noche y Oliva se sienta en una silla de madera ubicada en su estudio, con su mirada brillante recorre rápidamente los libros de los estantes y las pinturas en las paredes, con una sonrisa parece recordar con orgullo su trayectoria. Ella, permanecerá Con su voz suave, con esa tranquilidad que tienen aquellas personas que no se arrepienten de nada y han entendido lo que es tener plenitud en la vida.

