Más allá del reflejo

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Trascender en la estética y la identidad

Texto por: María José Marín


Clip, clap, clip, clap, en un salón privado de peluquería y barbería en Manizales. Las tijeras se abren y se cierran, cortando mechones de pelo a su paso.

Clip, clap, clip, clap, las manos talentosas de Alejandro Gallego Bernal se mueven con agilidad. Sin dudar, mientras que once años de experiencia en estética hacen su trabajo.

Un piso de impolutas baldosas blancas se mancha con cabellos color miel en los que diferentes químicos se enfurecen con ellos.

va cayendo la inseguridad y la angustia de no verse bien.
Suenan las tijeras. El gran combo de Puerto Rico y su salsa Ojos chinos inundan el lugar. Hasta que la voz del estilista irrumpe en medio de las trompetas: “¿Ves?, simplemente las puntitas.

Estamos haciendo un despunte básico”. Su clienta, una mujer de unos 20 años, escucha con atención mientras una sonrisa se dibuja en su rostro de triángulo invertido. Acentuado por el cabello liso, que acaba de despedirse de su parte maltratada y cae con delicadeza sobre la capa que cubre el cuerpo durante el corte. Aquí, más allá de las tijeras, tintes, planchas o secadores, la herramienta principal es la confianza.


En este salón, con espejos y cuadros inspirados en series de anime. Y, varios elementos asociados a la cultura japonesa, cada corte se convierte en una historia y cada color es una promesa. Alejandro Gallego sostiene la mirada al hablar. Sus ojos cafés son profundos y resaltan por los tonos de su cabello corto. Chocolate en la raíz, rosado y rubio de medios a puntas, un trabajo que realizó él mismo como parte de la rutina para producirse. Pues en la estética capilar encontró un camino para sanar algo más que el físico. Es su forma de forjar identidad, de devolver la confianza y ayudar tanto a sus clientes como a sí mismo a enfrentar su reflejo con amor renovado.


Y es que la belleza se ha comenzado a vivir como una necesidad, una nueva dependencia a tratamientos constantes que “mejoren” la apariencia física. La Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS) reveló en su informe de 2023 que los procedimientos no quirúrgicos mostraron un aumento del 54,4 % en los cuatro años recientes.
Alejandro recibe diariamente a clientes que desean realizar un cambio en su imagen o que quieren corregir algún defecto que encontraron en su aspecto físico. Pero últimamente el panorama está cambiando. El componente artístico de su profesión se ve amenazado pues la gente solicita los mismos procedimientos una y otra vez. “Estás acostumbrado a que todas las personas tienen características diferentes y quieren potenciarlas y, de un momento a otro, pasas a enfrentar que todo el mundo es una calca”.

Entre la transformación y la obsesión


El estudio Imagocracia e imagomaquia. Una reflexión crítica sobre las relaciones entre comunicación audiovisual y cultura popular en América Latina argumenta que las imágenes conforman la autopercepción y la identidad, “la cultura visual adquiere una importancia decisiva, porque desde ella se moldean nuestros estilos de vida, nuestros modos de comprender el mundo y nuestros cánones estéticos”.

La imagen pasa de ser un simple reflejo para convertirse en una proyección de cada persona. Una tarjeta de presentación que, según el nivel de proximidad al estándar perfecto e hiperreal será más efectiva o propensa al rechazo social.
Mientras que las inseguridades y traumas impulsan a las personas a realizarse un procedimiento estético, profesionales como Alejandro Gallego brindan asesorías con el fin de que se apropien de los cambios de imagen y les den su toque personal.

Después de un breve escaneo del rostro de su cliente, empieza a medir sus proporciones y facciones. Sus dedos rozan con suavidad, levantando un poco el mentón ajeno para dar mejor visibilidad.

Sabe que en su trabajo la sinceridad es clave, afirma que “la labor es arreglar y potenciar, no mentir, ni endulzarlo, es como el trabajo de un psicólogo, tiene que buscar la manera de comunicarlo, pero te lo dice en el momento indicado”.


Danza en la belleza y la salud mental


Las personas están cada vez más atrapadas en un círculo de autopercepción idealizada que, si no se maneja con equilibrio, puede reforzar una conducta obsesiva.

Sabina Alcarraz, psicoterapeuta con enfoque en psicoestética, reconoce que hay “una población que está en el extremo de la adicción a, por ejemplo, cirugías o tratamientos estéticos y están todo el tiempo buscándose imperfecciones cuando en realidad, objetivamente, los otros no ven esos defectos”.
La psicoestética es un concepto novedoso (introducido en 1971 por Carlos Muñoz Espinalt) que busca trascender entre la estética y sus implicaciones en la salud mental.

Alcarraz lo define como un proceso de equilibrio entre el interior y el exterior, donde la transformación física es una herramienta para la aceptación, no un fin en sí mismo. “El grave error es buscar afuera lo que debemos cultivar desde adentro”, insiste. Además, el ritmo acelerado de la sociedad convierte estar al corriente con la belleza canónica en algo imposible, “mientras tú apenas pudiste costear tu tratamiento estético específico. Ya salió otro o salieron otros dos totalmente nuevos y que son más bonitos”, menciona Alejandro Gallego.


Es correcto afirmar que la estética y la imagen se han convertido en sinónimos de identidad. Son pilares de la autopercepción. Pero, ¿hasta qué punto el reflejo en el espejo es solo eso y no una obsesión por encajar en ideales colectivos? El estilismo funciona de apoyo para encontrar una marca propia en medio de las referencias que se absorben del entorno. Pues la autoestima y los estándares se construyen desde estímulos externos. Sabina Alcarraz refuerza esta idea al expresar que la imagen se va formando desde las referencias. “porque somos seres sociales y estamos siempre permeables”, si bien la autoestima es personal y singular, se tiñe de elementos socioculturales y varía constantemente.
Para construir la autoestima es necesario conocerse y encontrar los gustos que marcan ciertas conductas y estilos.

Jose Vicente Davó, estilista en Valencia, España, y escritor del libro Psicoestética. Más allá de la belleza personal en la época de la imagocracia. Afirma que, cuando se quiere “entrar en un círculo de personas y queremos encajar nos montamos un papel dentro del teatro de la vida social, ahí es cuando queremos mostrar lo mejor de nosotros mismos, es así como partimos de la imagen para poder expresar nuestro interior”.


La estética como fortaleza personal


Arreglarse, producirse o decorarse son métodos a través de los cuales las personas ocultan lo que no quieren ver. Eso comunica lo que les agrada y les brinda seguridad en sí mismos. Jose Vicente Davó habla de su oficio de estilista como una profesión en la que se encargan de iluminar la fisionomía a través de procedimientos estéticos. “Los rasgos faciales que imprimen el rostro tienen una movilidad y una gesticulación. Esto refleja el carácter que tiene una persona y, a través del peinado, modificas la expresión del rostro, prácticamente le cambias el estado de ánimo”.


Para Alejandro Gallego, la estética es más que vanidad, es un acto de poder. En su labor diaria, ha descubierto que devolverle a alguien su confianza es también una forma de fortalecer la suya propia, un recordatorio de que el cambio positivo también puede ser un acto de generosidad hacia uno mismo. Al ver salir a los clientes satisfechos, se recuerda que su trabajo tiene un impacto que va más allá de la apariencia.


El acto de transformarse va más allá de un corte de cabello o un tratamiento estético, es un ritual que conecta lo exterior con lo más profundo del ser. Este proceso de búsqueda, tan humano como la necesidad de pertenecer, puede ser peligroso cuando se desdibuja la línea entre lo real y un estándar inalcanzable. La verdadera transformación no radica en alcanzar el ideal, sino en reconciliarse con la imagen que cada persona establece consigo misma frente al espejo de su vida. Es válido usar la autoestima para tener presente que, para cambiar el mundo, se debe empezar por cambiar de percibirse a sí mismo.

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