Inglés en colegios públicos:

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Una deuda del Estado que sigue abriendo brechas

Por: Melany Gallego Bedoya

Por: Melany Gallego Bedoya

La Institución Educativa Cristo Rey (Belalcázar, Caldas) y la Institución Educativa Domingo Savio (Rionegro, Antioquia) muestran caminos distintos, pero efectivos, para mejorar la enseñanza del inglés en contextos adversos. Porque este idioma sigue representando una de las principales brechas en la educación pública colombiana y estas dos historias ofrecen rutas posibles para superarla.


Aprender inglés es una brecha educativa histórica

Hablar inglés en Colombia sigue siendo, para muchos, un anhelo distante. De acuerdo con el informe oficial del ICFES 2024, el nivel A- sigue siendo el más frecuente en inglés, concentrando entre 37% y 57% de los evaluados, lo que evidencia un bajo alcance de niveles intermedios y avanzados (B1 o B+). Esta desigualdad se agrava en zonas rurales y en colegios oficiales, donde escasean docentes especializados, recursos pedagógicos y espacios para practicar el idioma más allá del aula.

La discusión sobre el inglés en la escuela pública empieza por reconocer su peso real en la vida de los estudiantes. Luis Miguel Hurtado, profesional en gestión comunicativa y actual gestor de movilidad de la Universidad de Manizales, lo plantea con claridad desde su experiencia como egresado de colegio oficial: “El inglés no es solo una materia, es la llave para acceder a becas, empleos y movilidad en un mundo globalizado. Pero lo que ofrecen los colegios públicos es insuficiente; los jóvenes necesitan reforzarlo por fuera si quieren competir en igualdad de condiciones”, advierte.


Pero, como en toda historia de lucha, algunos lugares desafían la estadística. Belalcázar, Caldas, demuestra que con compromiso docente y creatividad se avanza. Y Rionegro, Antioquia, revela cómo una apuesta política decidida puede llevar a una verdadera transformación bilingüe.


Cristo Rey resiste y transforma
La Institución Educativa Cristo Rey es el único colegio oficial en la zona urbana de Belalcázar. En secundaria atiende a 358 estudiantes: sexto (66), séptimo (68), octavo (76), noveno (49), décimo (52) y undécimo (47). En medio de carencias presupuestales, se logran avances notables liderados por un equipo docente que enseña tanto inglés como español: Ángela Amador Salazar, Diana Alexandra Cruz Rincón, Ana Dolores Arias Mosquera y Sergio González Gallego.


Su estrategia se basa en un enfoque comunicativo, funcional e inclusivo. Promueven las cuatro habilidades del idioma (hablar, escuchar, leer y escribir), utilizan juegos, dramatizaciones, plataformas digitales (Kahoot, Wordwall, Educaplay), guías visuales y concursos como el Spelling Bee. El inglés también transversaliza otras asignaturas, y cada salón tiene su rincón de “English Explorers”.


“Trabajamos con dramatizaciones, juegos, canciones. Lo hacemos sin recursos, pero con mucha creatividad”, explica la profesora Ángela Amador. La intensidad horaria es de 4 horas semanales y aplican pruebas tipo ICFES periódicas. En 2025, lanzaron la “Storytelling Week”, donde los estudiantes crean, escriben y presentan historias en inglés.


El rector Jorge Darío Jaramillo impulsa proyectos clave como clubes de conversación, actividades extracurriculares, acompañamiento entre docentes y gestión de alianzas. Aunque no cuentan con presupuesto exclusivo, reciben el apoyo de Caldas Bilingüe (en primaria), CALENDA (en secundaria) y Confamiliares.


Los resultados resultan notorios: entre 2020 y 2024 el promedio en inglés subió de 47 a 56 puntos. El nivel A- bajó del 55% al 29% y el porcentaje de estudiantes en B1 y B+ creció del 2% al 17%.


Cristina Arenas, madre de un estudiante de décimo, lo confirma: “Mi hijo no sabía nada. Ahora canta en inglés, me enseña palabras”. Samuel López, personero de grado 11, agrega: “Queremos seguir aprendiendo. Pero necesitamos más apoyo, más recursos. Con eso podríamos llegar mucho más lejos”.


Sin embargo, hay contrastes. Jonatan Grisales, egresado de 2021, relata: “Salí sin bases. Entrar a la universidad así da mucho miedo, además es mucha la desventaja. Me tocó nivelarme cuando entré”. Mientras que Sofía Orozco, también egresada en 2021, se sintió segura, pero por otro motivo: “Estudié en el Colombo Americano en Pereira, ya que sabía que debía saber inglés para tener mejores resultados en todos los ámbitos de mi vida. Fue un esfuerzo económico, con pasajes y matrícula incluidos. No todos pueden hacer eso”.


Cristo Rey demuestra que con vocación, esfuerzo y creatividad, el progreso es posible. Pero el camino por recorrer aún es largo. Aún existe el sentimiento de frustración y miedo en los estudiantes al tener que competir en el campo laboral y universitario con personas que sí tuvieron un nivel superior en el aprendizaje de este idioma. La falta de recursos económicos para invertir en la calidad de educación sigue siendo una pared que, aunque con esfuerzo tratan de derribar, requiere más que buenas intenciones por parte de los docentes y directivos del colegio. Y aquí entra en escena el espejo que podría inspirarlos: Domingo Savio.

El ejemplo replicable
En Rionegro, Antioquia, la Institución Educativa Domingo Savio era una escuela rural al borde del cierre. Hoy, gracias al programa “Rionegro Bilingüe”, ocupa el primer lugar como institución rural bilingüe del municipio y un referente nacional.

Entre las acciones implementadas destacan:
-Integración de auxiliares nativos de conversación.
-Celebraciones culturales bilingües.
-Campamentos de verano e intercambios.
-Talleres extracurriculares desde primaria.
-Formación continua para docentes.
-Uso extensivo del inglés en entornos reales y cotidianos.
-Participación en eventos interinstitucionales.


El cambio en Domingo Savio no depende solo de la voluntad, sino también de una decisión política y recursos financieros claros. En 2020, el municipio de Rionegro destinó 72 millones de pesos para poner en marcha la transformación: con esa primera fase formaron a docentes, adecuaron aulas y diseñaron estrategias de inmersión. Posteriormente, aprobaron una segunda inversión de 190 millones de pesos que permitió fortalecer las aulas multimedia, instalar señalética bilingüe en los espacios escolares y garantizar acompañamiento de auxiliares nativos en conversación.


Estas cifras, aunque modestas frente a grandes planes nacionales, resultaron contundentes. Gracias a esta inyección económica y a la articulación pedagógica, el colegio eliminó por completo el nivel A- en las pruebas Saber 11 del 2022 y se posicionó como la primera escuela pública rural bilingüe del municipio. La inversión no solo se tradujo en mejores resultados académicos, sino en un cambio cultural: el inglés dejó de ser una materia aislada para convertirse en una parte viva de la cotidianidad escolar.


Aunque Cristo Rey y Domingo Savio tienen contextos distintos, ya que Belalcázar aún no cuenta con un programa bilingüe estructurado, Rionegro demuestra que el cambio profundo sí ocurre cuando las condiciones estructurales se alinean con la vocación educativa, pues con un proyecto claro y sostenido, alcanzó niveles de excelencia.

Belalcázar ya comenzó, y puede llegar mucho más lejos

Ambos procesos resultan valiosos. Cristo Rey demuestra que la voluntad puede más que el presupuesto. Domingo Savio evidencia lo que ocurre cuando la voluntad se acompaña de política pública.


El inglés en Colombia sigue siendo una brecha, pero Belalcázar ha mostrado que es posible cerrarla paso a paso. Domingo Savio ofrece un modelo replicable. Ambos recuerdan que enseñar inglés no representa solo un reto académico: es una decisión social.


Hoy, este municipio ya no parte de cero. Ha comenzado a construir su propio camino. Y si recibe recursos económicos puede llegar mucho más lejos, ya que a nivel departamental, la diferencia de inversión en educación entre Antioquia y Caldas resulta abismal. En 2024, Antioquia destinó 1,6 billones de pesos a su sector educativo, mientras que Caldas proyectó 580 mil millones para el año 2025. Esta brecha representa que Antioquia invierte aproximadamente 2,75 veces más en educación que Caldas, según datos oficiales de ambas gobernaciones.

Esta disparidad presupuestal explica, en parte, por qué proyectos como Rionegro Bilingüe lograron consolidarse en zonas rurales antioqueñas, mientras que en municipios como Belalcázar, en Caldas, los avances dependen casi exclusivamente del esfuerzo humano, la creatividad docente y alianzas puntuales.
Porque aprender inglés en Colombia no debe ser un lujo. Debe ser un derecho, una prioridad y una apuesta colectiva y valiente.

Graficos:

Entre 2020 y 2024, el promedio de inglés en la I.E. Cristo Rey pasó de estar por debajo del promedio nacional y departamental a superarlos. Mientras Colombia y Caldas se mantuvieron estables entre 49 y 52 puntos, Cristo Rey subió 9 puntos: de 47 en 2020 a 56 en 2024.
Los resultados de la prueba Saber 11 revelan una transformación en el perfil lingüístico de los estudiantes de Cristo Rey. El porcentaje en nivel A- (el más bajo) cayó del 55% al 29% entre 2020 y 2024. Al mismo tiempo, aumentó el número de estudiantes en niveles A2, B1 y B+. El avance más notable fue en A2, que pasó del 13% al 22%. 
Este gráfico sintetiza la mejora más significativa: la reducción del nivel A- (del 55% al 29%) y el incremento de estudiantes que logran niveles funcionales o intermedios (B1 y B+), que pasaron de representar solo el 2% en 2020 al 17% en 2024. Aunque todavía son minoría, este grupo ha crecido más de ocho veces en cinco años. 
La Institución Educativa Domingo Savio (Rionegro, Antioquia) mantiene mejores resultados en inglés —con un promedio de 60 puntos y un 30% de estudiantes en niveles B1 y B+. Cristo Rey refleja un avance. 

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