Federico Ríos: un fotógrafo humanitario finalista del Premio Pulitzer

Escuela de Comunicación
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Transmitir la humanidad de las personas frente a su cámara es fundamental en el ejercicio fotográfico de Federico Ríos Escobar, quien lleva más de 10 años documentando realidades, recorriendo Colombia y el mundo con un fin: contribuir a la sociedad y ayudar a la gente.  

Aunque estudió Comunicación Social y Periodismo en la U. Manizales, se retiró. Aun así, ha conservado vínculos con el programa y varios lo recuerdan de forma vívida. 

Su paso por la Escuela 

“Yo no quería ser periodista. Yo quería ser artista. Sin embargo, en el periodismo veía la posibilidad de la fotografía y por eso, ingresé al programa”, confesó Federico. En su paso por la Escuela de Comunicación U. Manizales, tuvo la oportunidad de conocer personas que le “enseñaron a aprender” y descubrir su camino.  

A lo largo de su carrera se cruzó con profesores empeñados en que él pudiera trazar sus caminos de investigación y aprender por su cuenta. “Muchos profesores no eran grandes expertos en fotografía, pero sí eran grandes expertos en ser profesores”, agregó.  

Adriana Villegas, docente del programa, le ofreció la oportunidad de ser fotógrafo en el diario Textos del Festival, periódico del Festival de Teatro de Manizales. Mientras era estudiante, Federico tuvo su primer acercamiento al mundo fotográfico y se orientó de la mano de Adriana en este mundo desconocido del periodismo y la reportería.  

También recordó a la profesora Eliana Herrera, quien le consiguió un trabajo de fotógrafo en una película de un docente de la U. de Caldas, pues al ver sus fotos del Festival de Teatro, le pareció que Federico podría desempeñar una labor interesante.  

En ese entonces, la Escuela de Comunicación U. Manizales tenía un laboratorio de fotos análogas, donde Federico pasaba noches enteras aprendiendo y practicando. “En la U. Manizales encontré las herramientas para aproximarme a la fotografía desde una perspectiva profesional”, afirmó.  

Inicios en la fotografía 

Estando en séptimo semestre empezó a hacer reemplazos en las seccionales del Eje Cafetero de los periódicos La Patria y El Tiempo. Eso fue gracias a Franklin Molano, quien también se interesó por él tras ver sus fotos del Festival de Teatro. 

“Yo ‘aprendí a aprender’ en la universidad, pero aprendí sobre fotografía en la calle”, explicó.  

Realizaba varios trabajos fotográficos pequeños para La Patria, El Tiempo y El Espectador, pero monetariamente no estaba dando resultados. Comenzó a trabajar como diseñador, labor que le daba una estabilidad económica. Sin embargo, con el tiempo se fue aburriendo, ya que su verdadera pasión era la fotografía.  

Luego de pensarlo, Ríos decidió irse a Bogotá a tocar puertas en los medios de comunicación. Corrió con la suerte de que El Espectador estaba volviendo a ser un diario, en vez de un semanario, y contrataron tres fotógrafos principiantes, entre esos, Federico.  

Logró quedarse en El Espectador, donde trabajó un año. Luego se fue a El Tiempo, un año también. Después lo contrataron en la Agencia EFE y fue trasladado a Medellín. Finalmente estuvo en Brasil por un tiempo y luego regresó a Bogotá.  

Trabajando en estos medios aprendió sobre fotografía callejera, cómo resolver rápidamente un retrato y cómo resolver en una marcha, entre otros.  

Grandes proyectos 

Verde 

Federico regresó de Brasil en el 2013, con ideas en mente de trabajos fotográficos más serios y enfocados en una perspectiva global.  

En el 2018 recibió una llamada del New York Times, ya que querían hacer un artículo sobre las negociaciones de los diálogos de paz con las Farc. Federico llevaba un tiempo fotografiando al grupo guerrillero y sus imágenes aparecieron en la primera página del periódico, un gran logro en su carrera.  

Federico confesó que sintió miedo al realizar este trabajo. “Yo pensaba: es tan fácil para mí hacer mis fotos como para cualquiera de ellos coger su arma y pegarme un tiro, así de sencillo”, agregó.  

Sin embargo, comprendía la importancia de acercarse al usuario y entender quiénes eran las personas con las que el gobierno se encontraba negociando. También explicó que se sintió abrumado al encontrar historias de humanidad detrás de estas personas: familias rotas, abandono y reclutamiento de menores, entre otros.  

“Fue un ejercicio desde la ética muy confrontador. Yo creo que la vida profesional en muchos sentidos es confrontarse, preguntarse y enfrentarse uno mismo a preguntas que no son tan fáciles de resolver” explicó.  

Migrantes atravesando El Tapón del Darién 

“Cuando uno enfrenta un tema tan complejo como este, es clave pensarlo desde la salud mental. Por supuesto uno va a estar afectado y pensando cosas difíciles, porque está viendo cosas difíciles, pero hay que aproximarse a la propia salud mental desde una perspectiva profesional”, comentó.  

Cuando tomó la decisión de fotografiar la situación en el Tapón del Darién, tuvo muy en cuenta los escenarios con los que se iba a encontrar: personas con hambre, lesiones físicas, niños, ancianos, mujeres y muertos. Además, tener cuidado para trabajar con una población vulnerable fue fundamental para su ejercicio.  

“Tuve presente que mis acciones mal planeadas podían revictimizarlos y generar en ellos consecuencias que no quería. Eso requirió una planeación importante en escenarios logísticos, de salud mental y salud física. Teniendo eso claro, cámara al hombro, botas pantaneras y me fui”, recordó.  

Junto a su compañera Julie Turkewitz, periodista del New York Times, comenzaron la documentación de El Darién, en el 2021. Estando allá, entendieron la importancia de lo que estaba sucediendo. Siguieron reportando y haciendo artículos desde unos ángulos y enfoques diferentes. 

“A mí me parece muy importante que el fotógrafo y el periodista no posen falsamente como héroes”, expresó. A pesar de las dificultades que atravesó en este trabajo (cálculos renales, dengue hemorrágico y lesión en el pie), Federico reconoció que nada es comparado con lo que vive un migrante.  

“Yo he estado en la selva caminando con ellos, pero sería infame pensar siquiera que yo vivo lo que vive un migrante. Yo estoy trabajando, puedo renunciar y devolverme cuando me provoque, el migrante no. Ellos están jugándose el todo por el todo y eso hace una diferencia enorme”, explicó.  

Federico considera que con los años se ha vuelto más débil emocionalmente. “Yo creo que me sensibiliza cada vez más esta situación del drama humanitario que se vive en esta zona”, confesó.  

Gracias a este trabajo, Federico y su compañera quedaron de finalistas en los premios Pulitzer, en la categoría de reportaje internacional. Las historias de esta situación se siguen publicando en el New York Times, ya que son varios capítulos desde diferentes perspectivas.  

Su filosofía profesional 

“Con la fotografía busco que la persona que está frente a la cámara reciba un mensaje completo sobre lo que está sucediendo en el lugar y hacer que el lector se sumerja completamente dentro de lo que yo estoy viendo”, confesó.  

Federico busca transmitir la humanidad de quien está frente a su cámara.  

A pesar de estar frente a la muerte en numerosas ocasiones, no considera que su trabajo sea algo heroico o destacable.  

“Siento que en este trabajo tengo una devolución y un salario emocional que me permite pensar que estoy haciendo algo que contribuye con una gotita a la humanidad. Busco que como humanidad nos entendamos y empaticemos con lo que está sucediendo fuera”, explicó.  

Federico ha trabajado con muchos medios y revistas internacionales, entre estos, National Geographic, Stern, Gio, Times Magazine, Paris Match y Leica Magazine.  

Además, ha ganado premios en certámenes internacionales, tales como el Premio Hansel-Mieth Preiss, el Premio Serie de Noticias POY Latam, Premio del Jurado en Days Japan, International Photojournalism Award, el Portfolio Review New York Times y Eddie Adams Workshop XXVII, entre otros.  

Ríos nunca soñó llegar tan lejos, pues no creía que un fotógrafo de Manizales podría lograr cosas tan grandes. Su concepción del mundo era pequeña y no pensaba que existiera un trabajo como el que hoy en día realiza.  

“Mi experiencia me enseña desde dos lados: primero, desde la idea y la capacidad de soñar. Pero también me enseña un poco de humildad y tranquilidad, a relajar la ansiedad en la vida”, reflexionó.  

La filosofía del trabajo de Federico es la idea de acción sin daño, por fotografiar gente. La clave es no revictimizar a nadie y no tomarle fotos a quien no lo desee. “Un consejo para los que quieren ser fotógrafos: cojan una cámara, cuélguensela en el cuello y salgan a tomar fotos”, finalizó Federico. 

Redacción: Alejandra Sarache Ossa, prepracticante del Consultorio de Comunicación Corporativa (C3), U. Manizales. masarache89287@umanizales.edu.co 

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