Educación en Manizales: luces y sombras

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De una ciudad que aún debe aprender

Por Sebastián Cárdenas Zuluaga

La educación en Manizales históricamente se ha consolidado como un estandarte de orgullo local. No en vano, la ciudad consolida su papel como polo universitario en Colombia y mantiene un liderazgo en materia de cobertura escolar frente a ciudades intermedias. Sin embargo, las cifras más recientes de los informes Manizales Cómo Vamos 2024 en educación básica, media y superior plantean un panorama complejo: hay logros que celebrar, pero también situaciones que ponen en urgencias la capacidad de la ciudad para sostener su tradición educativa. 

Luces: calidad y permanencia 

En el nivel de educación básica y media, el 94% de los estudiantes de primaria aprueban sus cursos con solo 1% de deserción; en secundaria aprueba el 84% y la reprobación aumenta; en media los resultados mejoran, pero la deserción se mantiene, una de las más bajas del país. Esto refleja una permanencia notable en el sistema, un logro que no puede pasarse por alto en un contexto nacional marcado por la exclusión escolar. Además, los resultados en Pruebas Saber 11 muestran que el 70% de los estudiantes alcanzan niveles satisfactorios o avanzados en lectura crítica, matemáticas, ciencias y sociales, lo que evidencia avances en competencias clave para el pensamiento ciudadano. 

En educación superior, Manizales matriculó cerca de 38.000 estudiantes en 2024, con una clara apuesta por el pregrado (86%) pero también con un aumento sostenido en posgrados y en programas acreditados de alta calidad. A esto se suma el hecho de que más del 20% de los docentes poseen doctorado y un 37,9% maestría, lo que refuerza la capacidad académica de la ciudad y su reconocimiento como “ciudad universitaria”. 

Sombras: cobertura, inversión y desigualdades 

No obstante, los datos también revelan grietas preocupantes. La cobertura neta en básica y media apenas alcanza el 75,8%, la cifra más baja entre las ciudades comparadas en el país. Esta realidad refleja una población infantil y juvenil que aún queda fuera del sistema educativo, especialmente en sectores rurales donde programas como el PAE siguen teniendo baja cobertura. 

El panorama no mejora en materia presupuestal: la inversión municipal en educación disminuyó en cerca de 2.000 millones de pesos entre 2022 y 2024, ubicando a Manizales en el puesto 13 de 23 ciudades en proporción de gasto educativo. Paradójicamente, en un momento en que la transición demográfica reduce la población escolar, la ciudad pierde la oportunidad de invertir más recursos por estudiante. 

En educación superior, aunque la cobertura es destacada, persiste un desafío estructural: la desconexión entre universidad y mercado laboral. Los jóvenes con título profesional enfrentan tasas de desempleo elevadas y condiciones laborales inestables. El informe revela que muchos egresados terminan en sectores como comercio o servicios, lejos de sus campos de formación, lo que devalúa los años de esfuerzo académico. 

Una oportunidad que no puede perderse 

Las cifras de Manizales Cómo Vamos (2024) son claras: hay avances en permanencia y calidad, pero también rezagos en cobertura e inversión. El riesgo es que la ciudad se eche con las petacas en su tradición educativa mientras las brechas urbano-rurales y las dificultades laborales de los jóvenes se profundizan. 

Manizales debe aprovechar su tamaño poblacional y su historia académica para hacer de la educación no solo un motor de orgullo, sino de equidad y desarrollo real. Esto implica más inversión y más visibilidad de los proyectos; porque no quiere decir que estos programas no existan. En la zona rural de Manizales ya está Universidad en el campo; no solo se encarga de programas académicos, también de orientar y apoyar proyectos productivos para incentivar la producción rural, esto es una oportunidad para las cerca de 25 mil personas que viven en la ruralidad manizaleña, según el Centro de Información de Manizales. 

El trabajo con la comunidad es de vital importancia, ya que estos actores pueden ser factores de cambio, proporcionando información relevante sobre saberes tradicionales y también de las problemáticas que posea cada sector de la ciudad, una gobernanza más cercana con las personas; entre alcaldía, gobernación, universidades y población, para conocer de cerca que conocimientos las personas necesitan para que la ciudad siga en su camino de desarrollo. 

El reto es urgente: de lo contrario, la ciudad universitaria por excelencia podría quedarse con el título, pero solo enmarcado en la pared, porque como dicen algunos jóvenes, “Manizales es una plaza dura para emprender y trabajar”. 

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