Cultura para la Libertad es un programa que trabaja con 200 reclusos en Caldas y busca promover la resocialización y la construcción del tejido social, a través del arte como la pintura, la música y el teatro. Jhonatan Tamayo y Andrés Ramírez coordinan este proyecto y pasaron por El Vespertino para contar sus objetivos, logros y algunas de las historias de las personas privadas de la libertad.
“El arte juega un papel importante para el cambio social y para construir un mundo mejor”, comenta Ramírez. El proyecto Cultura para la libertad lo lidera la Unidad de Derechos Humanos de la Gobernación y tuvo una inversión de alrededor de 150 millones de pesos. “Tenemos la posibilidad de trabajar, en Manizales, con la cárcel de varones, de mujeres y el centro de recepción de menores. También en la cárcel de Riosucio y Anserma, Caldas”, informa Tamayo.
Por medio de murales, producciones musicales y obras de teatro, las personas privadas de la libertad pueden plasmar sus sueños, metas y dejar mensajes para la no reincidencia. “Hay una muchacha de Bogotá que nos decía que su sueño era grabar una canción y nunca pensó que eso le iba a pasar en la cárcel”, relata Ramírez, quien además cuenta que a este espacio le llaman “cementerio de hombres vivos”. Sin embargo, la misión de este proyecto es demostrarle a los reclusos que allí también pueden encontrar “posibilidades de construir y oportunidades en su proceso de resocialización”.
Si quiere conocer más sobre este proyecto y qué productos artísticos realizaron estas personas, escuche la entrevista completa aquí.

