Acompañar la vejez

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Texto y fotos por Isabela Díaz

6 a. m. El amanecer comienza lentamente mientras el sol se eleva en el horizonte, disipando la oscuridad de la noche. En ese momento, Adriana María Villada se prepara para comenzar su día. Sale con determinación, lista para afrontar las labores que le esperan en el centro de larga estancia Hogar de Paso Mi Jesús, donde ha trabajado por siete años. A diario dedica la mayor parte de su tiempo a cuidar a aquellos abuelitos que quiere como si fueran parte de su familia. 

Entre los mayores a los que Adriana cuida se encuentra María del Carmen, una mujer de 75 años, con un cabello ya plateado por la edad y arrugas en su piel que revelan la sabiduría de una larga vida. Camina pausadamente y su rostro se ilumina con una cálida sonrisa. Ella está muy contenta con el cuidado que recibe en el hogar, le encantan los paseos e ir a la ciclovía. “Adriana siempre nos cuida como si fuéramos sus hijos, aunque no seamos de su sangre”, dice María del Carmen mientras la mira fijamente.  

La vocación del cuidado 

Rocío Ramírez Rivera, de 1,65 cm, cabello negro, piel blanca y ojos café camina por los pasillos de la fundación Hogar de la Divina Misericordia. Donde lleva siete años trabajando con los 52 abuelitos que ahí residen. Día a día se esfuerza por estar presente para ellos. Y ser como una brújula que los guía en este camino de la vejez en el que, irónicamente, se vuelve a la niñez. Es tímida. Sin embargo, al interactuar con sus pacientes, en su rostro, enmarcado por finas líneas de expresión, se dibujaba una sonrisa tenue, una voz suave, tacto delicado. “Hoy cómo amaneció la niña”, “cómo está de hermosa esta abuelita” o “cómase la sopita para que esté fuerte y linda”, se le escucha.  

“Siempre me ha gustado esta labor y si me ponen a elegir entre niños y adultos me encanta cuidar los adultos sin importar que sean más difíciles que los niños”, comenta. Ellas como lo dice la OMS cumplen con la labor de “brindar cuidado culturalmente sensible y respetuoso a las personas mayores, valorando sus tradiciones, valores y creencias”. 

El bienestar de los adultos mayores 

Según la Secretaría de Salud de Manizales, hay 53 centros de larga estancia, nombre que actualmente se les da a los asilos. De estos, 52 son privados como el Hogar de Paso mi Jesús y la Fundación Hogar de la Divina Misericordia y uno es público: el Hospital General San Isidro, que cuenta con un área destinada a centro de larga estancia. Se cuentan 277 adultos mayores en estos centros. 

La principal diferencia entre los centros privados para adultos mayores radica en la hotelería, que incluye la comodidad de las habitaciones y las minutas alimenticias, que son planes de alimentación personalizados para adultos mayores. Sin embargo, todos los centros deben cumplir con estándares mínimos para garantizar una vida digna a los adultos de la tercera edad. La Secretaría de Salud de Manizales supervisa el cumplimiento de estos estándares mediante tres visitas anuales a cada centro. 

Los desafíos del cuidado 

La Organización Mundial de la Salud asegura que quienes están atentos al bienestar de los adultos mayores pueden llegar a sufrir el “síndrome de la persona cuidadora quemada”. Que se da por la exigencia que ello conlleva y puede llevar a quien cuida a un estado anímico de agotamiento, tanto físico como emocional. 

Como en el caso de Adriana, que mientras cuenta pequeñas anécdotas de su vida, observa a los abuelitos que están a su alrededor y un fuerte recuerdo de su pasado llega como si fuera una película antigua proyectándose en su mente: “Hace un tiempo conocí a una señora que venía de Buga, la cuidé mucho. Conectamos enseguida, pero una fractura de cadera la puso mal. No podía estar con ella todo el tiempo en la clínica, solo iba de visita de vez en cuando. Cuando falleció, me afectó muchísimo. Sentí que no le había dedicado lo suficiente. Desde entonces, me prometí que daría más de mí.” Cuando el peso de las preocupaciones y las cargas emocionales se vuelve insoportable, Adriana habla con Dios y en él encuentra la fuerza, la paciencia, el amor y la tranquilidad que necesita.  

Así como ella, muchos cuidadores de personas mayores buscan apoyo en la fe y también recurren a la ayuda de psicólogos. En estos espacios, aprenden a cuidarse mejor, manejar el estrés, procesar emociones y prevenir problemas de salud mental. Según la psicóloga Laura Daniela Castaño Gómez del Hospital San Isidro sugiere estrategias clave para los cuidadores: “Contar con una red de apoyo, cuidar su salud, buscar ayuda psicológica, dedicar tiempo al ocio y practicar técnicas de respiración”. Además, dice que es esencial comprender que los adultos mayores no son culpables de su situación. Y que el estrés y la impaciencia no ayudan a resolver los problemas. 

El amor como recompensa  

Más allá de las dificultades, la relación entre cuidadores y adultos mayores se basa en un afecto y apoyo mutuo. Según Laura Castaño el amor recibido de las personas de la tercera edad puede elevar la autoestima y la confianza de los cuidadores, haciéndolos sentir más satisfechos. A su vez, ellos reciben el cariño que a menudo no encuentran en sus propios hogares. 

Así como lo explica Rocío en la tranquila sala iluminada por la luz de la tarde, con su delantal manchado, cuida con ternura a la abuelita frente a ella. Mientras le ofrece una cuchara de sopa de pollo y verduras, el aroma reconfortante se difunde en el aire. A pesar de sus ojos cansados, la abuela irradia vida mientras la mira con afecto. Para Rocío, ellos son como parte de su familia. Porque como repite constantemente: “Es más lo que ellos me pueden dar a mí, porque no hay nada más gratificante que cuando ellos expresan ese cariño. Esa es la verdadera recompensa”.

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