Texto y fotos por: Valeria Serna Jiménez
La guerra interna, la violencia y la lucha de poderes han acompañado la historia de Colombia por más de tres siglos, que también han marcado las dinámicas sociales y políticas en el país desde que se instauró la República en el siglo XIX. Desde los años 40 no ha cesado el conflicto armado que, con el paso del tiempo, se ha naturalizado al punto de ser parte de la vida cotidiana de los colombianos.
La normalización de estos hechos frecuentes, entre ellas el desplazamiento forzado, se debe a que los escenarios de estos crímenes son precisamente en territorios alejados de las ciudades. Esta distancia entre el campo y la ciudad genera un desafecto en las personas que solo presencian la persistencia de la conflictividad a través de imágenes de televisión.

El desplazamiento forzado
El desplazamiento no sólo se da por el efecto del conflicto armado, ya que también se induce como una manera de transformar los sistemas de expropiación de la tierra. “En términos generales, ha sido un dispositivo de confrontación armada para el control de la tierra y del usufructo de los recursos naturales de distinto tipo y del conjunto de la disputa de la apropiación de lo que se llaman las economías ilegales”, explicó Mario Hernán López Becerra, doctor en paz y conflicto.
En el departamento de Caldas, las raíces del conflicto armado reciente se identifican luego de la caída del Pacto Internacional del Café en 1989, ya que la vida económica basada en el grano se modifica, los precios caen y los ingresos se desploman. Además, Colombia implementa un modelo neoliberal. El empobrecimiento de los campesinos cafeteros produjo múltiples desplazamientos forzados en la región.
“Después del 2006, más o menos hasta el 2009, la forma en que se configuró la confrontación armada aquí (en Caldas) dio paso a unos procesos de desmovilización en el marco de la Ley de Justicia y Paz. Y de otro lado, muy ligado a eso y a la derrota militar de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), hubo una disminución de las victimizaciones. A partir del 2009, los desplazamientos asociados al conflicto armado no han sido tan evidentes”, continuó Mario Hernán.
Los datos reportados en el Registro Único de Víctimas (RUV), el comportamiento en sí de los casos de desplazamiento no ha disminuido en todos los años registrados, ya que en 2012 aumentó un 163%. Sin embargo, entre el 2010 y 2022 hubo una disminución del 81% de víctimas.
“En Caldas han disminuido, en general todos los hechos victimizantes. Actualmente no hay un reconocimiento de grupos al margen de la ley. Aquí no se reconocen estructuras ni de guerrillas, ni de paramilitares”, afirmó Luis Eduardo Morales Mejía, profesional especializado en conflicto de la Dirección Territorial Eje Cafetero de la Unidad de Víctimas.
¿Qué se está haciendo por las víctimas desplazadas?
Cuando la víctima se dirige a la Unidad de Víctimas o, en este caso, a la Dirección Territorial del Eje, lo primero que debe hacer es rendir una declaración ante el Ministerio Público. Posteriormente se le brinda una ayuda humanitaria de urgencia a la familia o persona y paso a paso se va activando la ruta para la educación, salud, vivienda, etc.
“Mientras persiste esa vulneración, siguen recibiendo una atención humanitaria mientras logran subsanar esas condiciones negativas. No tiene una temporalidad exacta. Estas ayudas se dan por año y les hacen tres giros cada cuatro meses”, agregó Luis Eduardo.
Desde la Unidad de Restitución de Tierras se hace el reconocimiento de los derechos de las víctimas del desplazamiento por el conflicto armado. La Unidad contacta a las familias o personas perjudicadas para caracterizar a quienes han sufrido el despojo de sus tierras. También se identifica si dentro de los afectados eran niños, menores de edad, madres cabeza de familia, ancianos o personas con discapacidad.
“En el caso de la restitución de tierras, lo que nosotros hacemos es devolverles a las personas lo que han perdido a causa del conflicto armado. Hay muchas familias que no quieren retornar a ese lugar por lo ocurrido o porque ese predio ya está ocupado, incluso puede ser por los mismos despojadores”, enfatizó Elsa María Patiño Grisales, profesional social comunitaria en la Unidad de Restitución de Tierras.
¿Cómo actúan estos grupos armados en los pueblos?
“¿Qué patrones puede haber? En los pueblos empiezan a cambiar las horas de entrada, hay toques de queda, se empieza a restringir el tipo de ropa y el tipo de música que se escucha. Les cobran a la gente por determinadas cosas (vacunas). Ya si la gente se niega inician las amenazas u otro tipo de acciones violentas en contra del campesinado”, explicó Alexandra Moreno Arteaga, historiadora y analista del contexto colombiano.
“El desplazado no solo es despojado de su tierra, o de sus pertenencias su parcela, su ganado, sus gallinas, su casa, su escuela, sino despojado, al ser arrojado de su entorno, de su vida tal como la conocía”, eso se afirma en Una nación desplazada: Informe nacional del desplazamiento forzado en Colombia.
A pesar de existir una significativa disminución en los hechos victimizantes por el conflicto armado luego de los tratados de paz, siguen existiendo casos hasta hoy en los campos colombianos.