Los matices grises del arcoíris

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Texto y fotos por: Valeria Serna Jiménez

Soy de todo menos hetero

¿Qué significa que te gusten los hombres y las mujeres? La chica, titubeante, decide por fin rellenar el recuadro de búsqueda de Google anteriormente en blanco. El miedo recorría su cuerpo mientras esperaba que la página cargara.

El cursor pasaba rápidamente por el sin fin de artículos sobre orientación sexual en los que la palabra bisexual resaltaba en la mayoría de estos. Sus ojos leyeron cuidadosamente cada definición mientras su mente trataba de procesar todo aquello que por tanto tiempo trató de ignorar:

Las personas que se sienten atraídas tanto por hombres como por mujeres suelen llamarse a sí mismas bisexuales.

—Entonces, ¿seré bisexual? —Se pregunta la chica en un susurro mirando a la pantalla.

Por la cabeza de Nashelim Rosas Sánchez no pasaba más que el sentimiento de miedo. El temor que le invadía era palpable al enfrentarse a aquello que muy dentro de ella habitaba sin algún tipo de definición y, a pesar de tener frente a sus ojos la respuesta que tanto tiempo buscó, seguía sin ser capaz de creer que esa era ella. “No le quería decir nada a nadie hasta que llegara a una conclusión sobre lo que pasaba conmigo. Tengo un amigo, Marco, en el que confié plenamente en este proceso. Me brindó su apoyo y su comprensión cuando ni yo misma me lo daba. Me dio consejos desde su perspectiva y me alentó a investigar por mi cuenta”, expresó la chica de 24 años.

Su proceso de aceptación fue lento, pero significativo. Sin embargo, el sentimiento de miedo no abandonaba su cuerpo ya que el solo pensamiento de que su familia creyera que era por “moda” o solo por copiar a su hermana lesbiana, la hacía sentirse insegura sobre su verdadera identidad. Pero ese tan sólo era uno de los tantos temores e inseguridades de la chica. “Me dio miedo que mucha gente me considerara sólo un complemento para los tríos con sus parejas. También me dio miedo pensar en que habría gente que me rechazaría por eso, que me llamarían inmadura, indecisa, puta, calienta bóxers y que nadie me tomaría en serio”.

Hasta pareciera que ser bisexual en el siglo XXI es un sinónimo de un acompañante perfecto para cumplir oscuras fantasías de las personas. La tipificación y sexualización son unas de las cosas de las que no se habla suficientemente para visibilizar esta gran problemática.

Eres más lesbiana que bi porque te atraen más las mujeres

Aquellos pensamientos son más comunes de lo que se quiere admitir. Por la poca educación y enseñanza sobre los tipos de orientación sexual, se genera una gran desinformación entre los jóvenes quienes creen sentirse extraños por no encajar en las enseñanzas tradicionales de cómo deben ser las relaciones en pareja. “Me tardé ocho años en descubrirlo. Creo que el hecho de que no tuviera información al respecto influyó mucho. En la escuela no te enseñan este tipo de cosas y los comentarios que escuchaba sobre personas bisexuales regularmente eran malos”, comentó Nashelim.

Según la United Nations Human Rights, los bisexuales son objeto de discriminación en el ámbito de la salud por motivo de su orientación sexual. También son objeto de comentarios de índole sexual no deseados o estereotipos negativos que se basan específicamente en su bisexualidad.

Descubrir los gustos y orientaciones amorosas/sexuales toma mucho más tiempo de lo que se piensa. No es algo tan sencillo como escoger qué prenda usar durante el día o elegir alguna película dentro del catálogo extenso de Netflix. Muchas veces el ser bisexual frente a los ojos ajenos puede llegar a confundirse como algo pasajero y una simple “fase” por la que están atravesando los adolescentes durante su pubertad.

“La falta de respeto, la consideración de que no es una opción sexual sino una ́fase ́ hacia el reconocimiento de la homosexualidad, los estereotipos y clichés sociales que nos etiquetan como a o b, en este caso como homosexuales o heterosexuales, son el día a día al que se enfrentan los bisexuales”, escribió Prado Campos en su artículo Soy bisexual, ¿por qué no me crees? para El País.

Tantos son los clichés sociales que se infunden desde nuestra infancia al creer que debe ser uno u otro que logran generar una extensa confusión acompañada de las preguntas diarias “¿quién soy yo?, ¿habrá algo mal en mí?” Aun así, con mil preguntas más, Isabela Toro González se armó de valor para salir de su habitación y dirigirse a la cocina, donde se encontraba su madre.

“Cuando era niña temía mucho que me gustaran las mujeres así que me centré solo en hombres. Cuando tenía 17 años empecé a sentir que no debería estar mal aceptar algo que me gusta. Traté de ocultarlo mucho, no me sentí ‘normal’, creía que me iban a juzgar por no estar ‘definida’”, recordó Isabela.

—Madre, necesito hablar contigo —llamó la atención de la mujer que yacía de espaldas.

—¿Qué ocurre?

—No estoy bien segura de lo que ocurre, pero llevo pensando en esto mucho tiempo…

Isabela en ese instante no estaba segura de cómo se lo tomaría su madre al saber que su hija era bisexual porque anteriormente su hermana la había abordado diciéndole: “Usted está confundida. Es solo una etapa”. Pero todas esas inseguridades que se resguardaban en su interior se dispersaron al ver el rostro de alivio de su madre quien aparentemente se tomó bien la noticia. Aun así, seguía siendo evidente el tono de preocupación de cómo su mamá preguntaba si estaba segura de ello.

Para los adultos era mucho más fácil entender que sus hijos gusten de personas del mismo sexo, pero no de ambos.

Mi bisexualidad parecía una broma mal contada para otros

El querer contar algo que para vista de otros puede llegar a ser sencillo, para Camila Triana era algo mucho más complejo luego de escuchar comentarios como “no te creo”, “¿estás hablando en serio?”. La chica recordó aquellas frases en silencio mientras se preguntaba si realmente valía la pena salir del clóset si nadie la tomaba en serio. Las miradas incrédulas de sus allegados venían a su mente más de lo que quisiera.

—¿Estás bromeando? —Preguntó la mamá de Camila, quien la miraba sorprendida.

La chica, algo desconcertada por su respuesta, trató de enderezarse y encarar a su madre antes de decir:

—Sí, estaba jodiendo —Respondió riendo para quitar la tensión del ambiente.

Y, en silencio y con muchas más dudas, se dirigió a su habitación. “Es solo una etapa. Ya se me pasará”, trató de convencerse a sí misma. Pero con el paso del tiempo fue aún más difícil seguir ocultando lo que para muchos otros era obvio. Camila finalmente pudo reconocer abiertamente que era bisexual cuando tenía 21 años luego de sobre pensarlo por tantos años. “Al principio creía que era de mente abierta, ya que nunca tuve realmente la necesidad de catalogarlo y etiquetarlo. Siempre creí aquello porque me sentía mucho más atraída por los chicos que por las chicas, pero a medida que fui creciendo y lo que creía que era admiración por las mujeres, era también gusto por ellas. Ese fue mi pequeño secreto hasta ahora”, comentó.

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